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Si viendo el culo que íbamos a disfrutar ya estábamos chiflados perdidos. Poseídos por la sensualidad de sus curvas, deleitándonos con la suavidad de sus nalgas y ensimismados por el brillo de su piel morena. Cuando vimos el tatuaje que escondía una calenturienta demencia se apoderó de nosotros y nos volvimos locos, completamente locos.